MITO: La carne se tiene que lavar.
REALIDAD: Si la carne se tiene que lavar
entonces es hora de cambiar de proveedor a uno que le garantice un manejo
higiénico del producto. El sistema de
lavado que se realiza es simplemente someter la carne al chorro de agua
(mojar). Este sistema lo que hace es que
las proteínas solubles en agua se pierden y además se expande la poca
contaminación que la carne tenga, disminuyendo su vida útil.
MITO: La carne hay que pisarla.
REALIDAD: El pisar la carne o machacarla (con
piedra o martillo dentado) produce un rompimiento de la fibra muscular,
permitiendo la salida de los jugos y hace que la carne quede dura al someterla
a cocción. Cuando la carne está
madurada, posee una blandura propia y ayudándole con un buen corte, esta
característica no se altera. El corte de
la carne se debe realizar siempre perpendicularmente a la fibra muscular.
MITO: Los frijoles reemplazan la carne.
REALIDAD: Las leguminosas en general, poseen
aminoácidos esenciales que se asemejan al valor proteínico de la carne y tienen
un buen aporte nutricional al organismo.
Sin embargo, desde el punto de vista vitamínico “jamás” reemplazará la
carne, debido a la deficiencia de la vitamina B12 de todos los vegetales. Con respecto al contenido de hierro de las
leguminosas, ellas poseen un tipo de hierro reducido que es más difícil de
digerir, diferente al de la carne que es oxidado que se digiere inmediatamente.
MITO: La carne se debe salar.
REALIDAD: La práctica de salar la carne como
forma de conservación se realizaba anteriormente cuando no había la posibilidad
de refrigerarla o congelarla. Este
método hace que la carne exhude toda el agua, perdiendo jugosidad y
blandura. Salar la carne no es una
práctica recomendable si se va a guardar en refrigeración o congelación.
MITO: La carne produce colesterol.
REALIDAD: La carne como tal no contiene
colesterol, sino la grasa. No está
comprobado científicamente que la ingesta de grasa aumente el nivel de
colesterol en la sangre. El colesterol
se produce así no se consuma grasas y viene dado por factores hereditarios y
hábitos de vida.
MITO: La carne de cerdo es dañina y hay que
cocinarla bastante.
REALIDAD: La excesiva cocción de la proteína
cárnica dificulta la digestión.
La incertidumbre sobre la calidad
higiénica y sanitaria de la carne de cerdo proviene del manejo deficiente del
cerdo que se ha tenido, referido a estos dos aspectos. Sin embargo, actualmente el manejo del cerdo
es mucho más tecnificado, enfatizando en el aspecto higiénico sanitario en las
condiciones de cría. Por eso, es
recomendable comprar la carne en lugares que puedan ofrecer garantías sobre la
higiene y su procedencia. Bajo estas
condiciones, la carne de cerdo (al igual que la de res) se debe consumir máximo
a ¾ de cocción para garantizar jugosidad, terneza y valor nutritivo.
MITO: La carne de color verdoso está dañada
y no se puede consumir.
REALIDAD: El color de la carne depende de
muchos factores intrínsecos al animal vivo: Edad, sexo, alimentación, clima,
actividad y raza. Es por eso que el
color no es un índice de calidad para la carne.
El color verde se debe a una falta de oxigenación de la carne al estar
empacada o al estar en contacto con una superficie por largo tiempo. Al someter a la carne al oxígeno por espacio
de unos 20 minutos en el refrigerador, ella recupera el color rojo. Si la carne presenta color verde y mal olor,
es indicativo de deterioro. En
conclusión, la calidad de la carne va dada por la conjugación del color y el
olor.
MITO: La carne de cerdo produce
cisticercosis.
REALIDAD: La cisticercosis o el famoso “gusano
en el cerebro”, es una enfermedad que no es transmitida por el cerdo, sino por
consumir alimentos o agua contaminada con el cisticerco y que es generada por
las heces de los humanos. Consumir
carne de cerdo contaminada con el quiste del cisticerco produce teniasis
(solitaria) en el humano. El ciclo de la enfermedad tiene dos vías: La primera es cuando la deposición del humano
es consumida por el cerdo sano, el cual adquiere los cisticercos que se enquistan
en el músculo y quien consuma esta carne sufrirá una enfermedad llamada
“teniasis”. La segunda vía es cuando el
humano después de realizar su deposición no acostumbra prácticas de higiene y
con sus manos contaminadas y manipula alimentos o se lleva las manos a la boca,
razón por la cual es muy factible que sufra la enfermedad llamada
“cisticercosis” (la cual presenta diversos síntomas). La cisticercosis se produce por manipular
agua o alimentos contaminados con el cisticerco y no por consumir carne de
cerdo.
MITO: La carne hay que descongelarla al
medio ambiente.
REALIDAD: Al descongelar la carne al medio
ambiente se produce una deshidratación profunda y pérdida de propiedades
nutricionales, a la vez que genera una contaminación excesiva. Si se vuelve a
congelar, esta contaminación se acelerará cada vez que se descongele. En conclusión, la carne se debe descongelar
en refrigeración 24 horas antes de su consumo y esa carne que se descongeló, no se debe volver a congelar y
consumirla inmediatamente.
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